lunes, 28 de noviembre de 2011

Memorias Alhendinenses 10

Capítulo 10: Cambio











Un sudor frío recorría el rostro de Jersi, que en sueños
se mostraba inquieta.
Su cara se contraía en extrañas muecas.
-Se nos va...-susurró George, mientras depositaba
en la frente de la joven un paño húmedo para calmar
la fiebre.
Gásquez se echó las manos a la cabeza
-¡Si nos quedamos aquí morirá!-exclamó.
George suspiró largamente.
-Este es el único lugar seguro que hay por estos lares...-
-¡Pero...!-comenzó a sollozar el muchacho.
-Si salimos al exterior ten por seguro que moriremos todos-
replicó el Nigromante.
Gásquez enmudeció, y sin decir una sóla palabra, se sentó
sobre la polvorienta cama donde yacía la joven.
Alguien entró de improvisto en aquella destartalada casa, haciendo crujir
las vigas de madera.
La puerta de la pequeña habitación se abrió de un portazo.
-¡¿Cómo está?!-preguntó Ratataco, boqueando, mientras penetraba
en la semioscura estancia y le entregaba al brujo unas extrañas hierbas.
-Esto es todo lo que he podido encontrar en el bosque...-le informó, un
tanto cabizbajo.
George examinó aquello con detenimiento.
-Servirán para retrasar el avance del veneno...-murmuró, mientras
revisaba por enésima vez la herida que Jersi tenía en el brazo, obra
del feroz licántropo que los había atacado hacía escasas horas.
La piel que rodeaba la magulladora comenzaba a infectarse
rápidamente y la palidez de la muchacha iba en aumento.
-¿Qué opción nos queda?-preguntó Ratataco, observando la
escena con pesadumbre.
George sopesó durante un par de minutos la calavera de su colgante,
divagando sobre las posibilidades que tenían.
-Mi magia de nada sirve para curarla por completo...-dijo, al fin-
Esto escapa a mi conocimiento.
Gásquez y Ratataco se miraron ambos, un tanto decepcionados.
-Lo único que puedo hacer para salvarle la vida es convertirla...
-¿Convertirla en...?-tartamudeó Gásquez.
-Un licántropo...-sentenció.
Y la tenue luz de la vela que mantenía a la oscuridad de la noche a raya,
se consumió finalmente.




Había salido a despejarme un poco sin desviarme demasiado de la vieja
casa en la cual nos hallábamos refugiados.
Aún tenía esa chispa de energía en las manos, pero no la suficiente como
para darle uso.
Aún esperaba que George me diera una respuesta sobre lo ocurrido
respecto a ese tema, pero en esos momentos se encontraba dedicándose
exclusivamente a la recuperación de Jersi.
Mis ojos comenzaron a escupir lágrimas.No había podido hacer nada
por ella.Si sólo hubiera lanzado ese rayo de energía un par de minutos antes...
-¡Nufi!-me sorprendió la voz de Sergio.
Me limpié con el dorso de la mano las amargas lágrimas que surcaban mi
rostro.
-¿Alguna novedad?-pregunté.
-El brujo quiere verte...-murmuró-Creo que tiene que ver con Jersi.
Y sin pronunciar una sóla palabra más, corrimos hacia la casa, con el
corazón en un puño.




Aquel pálido muchacho contemplaba las aguas del río, absorto en sus
pensamientos.
Tenía una extraña sensación desde hacía varios días.Algo no marchaba bien.
-Te noto lejos de aquí...-le susurró una voz.
Él giró la cabeza y la observó, dedicándole una suave sonrisa.
La pequeña duende se sentó en su regazo.
-¿Quiéres ver el presente?-le preguntó, haciendo ondear el agua cristalina.
Él pareció dudar, pero finalmente dejó caer la cabeza hacia abajo.
-Esa vida forma parte del pasado, de mi antigua vida-respondió.
Ella frunció el ceño.
-Los amigos nunca se olvidan, Zambri...-le dijo, dándole su pequeña manecita.




-¡No!-grité-¡Me niego a que la transformes en un monstruo!.
George se retiró el flequillo de la cara con detenimiento.
-No hay otra alternativa-dictaminó-Si no, morirá.
Comencé a llorar a moco tendido.
-¿Ella podrá volver a ser como antes?-preguntó Gásquez, mientras
me apretaba el hombro cariñosamente.
-Si...y no-respondió.
-Si la cosa sale bien, no se transformará salvo en ocasiones contadas-explicó.
-Luna llena...-susurró Ratataco.
George observó a la joven que poco a poco iba consumiéndose en la
cama, mientras el veneno de la mordedura recorría ya prácticamente toda
su sangre.
-Pero tranquilos, que seguirá teniendo el mismo carácter...-nos tranquilizó,
sonriendo.
Nos miramos, recordando a aquella muchacha tan chillona con esa vocecilla
irritante que siempre se quejaba por todo.
-He de empezar entonces cuanto antes-se propuso George-Será una noche muy larga...
En ese momento Jersi sonrió desde su sueño.Estaba preparada.




En aquella acogedora habitación no dormitaba criatura alguna.
Ella había salido a su amplia terraza a respirar un poco de
aire puro, mientras se enroscaba su melena azabache, sumida
en sus pensamientos.
Su dulce rostro de nácar no dejaba entrever emoción alguna.
-¿En que piensas?-le preguntó Fac, su duendecillo de
compañía, mientras trataba de subir a sus brazos.
La suave brisa de la noche ondeaba su largo cabello.
-En mi hermano...-murmuró, mientras jugueteaba sin apenas darse
cuenta con su colgante calavera.
-Yo también perdí hace años a alguien muy importante para
mí...-le recordó Fac-Pero yo sé que sigue viva, en algún lugar-
sonrió-¿No piensas tú lo mismo?.
Ella observó la calavera, y vio que ésta se encontraba más palpitante
y más llena de vida que nunca.
-Pronto nos volveremos a ver,Georgie...-prometió, mientras besaba
aquel artilugio, transmitiéndole las pocas fuerzas que le quedaban ya.






-¿George?-le llamé en voz bajita.
El brujo parecía estar sumido en una especie de trance, mientras
sus dos manos se disponían sobre la herida de la joven, haciendo
que la magia sanara su débil cuerpecito.
Poco a poco, el rostro de Jersi iba adquiriendo buen color dejando
a un lado la palidez extrema.
Gásquez y Sergio dormían en un rincón de la habitación, junto
con el fiel Ratataco hecho un ovillo a sus pies.
Aquella noche parecía no acabar nunca, pero según mis cálculos
no debían de faltar apenas tres horas para que amaneciera.
Un olor nauseabundo comenzó a entrar por la ventana.
-¿Pero qué demonios...?-comencé diciendo.
Un bola de pelo con afilados dientes y ojos ambarinos se posó
en el alféizar, babeando a borbotones.
Mi chillido desgarró la noche.
Para cuando los tres bellos durmientes se hubieron despertado,
aquel pequeño monstruito se hallaba ya encima mía preparado
para desgarrarme sin piedad.
-¡Quita bicho!-le amenazó Gásquez, dándole una fuerte patada en el
costado, haciendo gala de su entrenamiento futbolístico.
Ratataco se apresuró a rematarlo arrojándolo por la ventana, y
cerrándola en el momento.
-No quiero alarmaros, pero ahí fuera están sus amiguitos...-señaló
éste, aterrorizado, mientras echaba un vistazo al exterior.
Miles de ojos ambarinos centelleaban abajo, alumbrando la oscura
noche.
-Tenemos que impedir que entren aquí sea como sea-sentencié,
observando al semisconsciente George y a Jersi.
-Coge esto Nufi-me dijo Gásquez, lanzándome al vuelo un viejo
báculo que el Nigromante siempre llevaba consigo.
Aturdida, logré cojerlo y sostenerlo entre mis débiles brazos.
Nunca había visto a George utilizarlo.Ni siquiera sabía si tenía
realmente alguna utilidad, pero andábamos escasos de indumentaria, por
lo que no dudé en ponerlo en práctica.
"Por Jersi..."-pensé, antes de enfrentarme a lo desconocido.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Myself




Ahora tiene la mirada perdida.
Me solía acercar a ver lo que le pasaba, pero ya
sé de sobra lo que me va a responder esta vez.
-Nadie se fija nunca en los pequeños detalles- me dice,
mientras tira lejos su móvil, a un lugar en el que no pueda
volver a verlo.
-¿Por qué?-pregunto.
Sonríe.
-Es mejor así-susurra-Si nadie me busca a mi, yo no buscaré
a nadie.
A veces la comprendo.Pero otras no.
-¿Por qué...?-comienzo diciéndole.
-Sangre...-es la única palabra que sale de sus labios.
Poco a poco va girando su rostro, hasta que lo tengo frente al mío.
Soy yo.Y todavía me sorprendo.

Let it be

Mi foto
And what exactly is a dream?