y dispuestas a todo.
Su mente se había acomodado ya a aquella idea, lejos de
acercarse verdaderamente a la realidad.
Ella entornó los ojos, visiblemente molesta, y me dedicó
una mirada que jamás olvidaré.
Lo que sentí únicamente se puede plasmar en dos palabras:
decepción y dolor.
decepción y dolor.
La vida no deja de dar giros inesperados, después de todo.