lunes, 10 de junio de 2013

Memorias Alhendinenses 12

Capítulo 12: Sacrificio




Todos reían, mientras en la lumbre menguaban ya las cenizas
de lo que había sido un buen almuerzo.
Una leve brisa fresca mecía las copas de los árboles milenarios
que se arremolinaban en torno al Cerro. Se acercaba el verano.
Él se encontraba sentado junto al río, viendo como la felicidad
se le escapaba de las manos, y ellos, sus únicos amigos, lo observaban
sin mostrar compasión ni interés alguno.
"Yo solo no podré hacerlo".
"Estás solo en esto y en todo. Nadie dará su vida por ti."
Veía sus rostros alejarse.
"Únicamente te aprecian por tu poder, no por la persona que eres.
Cuando dejes de serles útil, te abandonarán a tu suerte".

La estancia se oscureció.
Despertó de un mal sueño. Echó un vistazo a su alrededor. Jersi y
Zambrano dormitaban bajo un gran sauce, sumidos en un sueño profundo.
Y como siempre, él había pasado la noche separado de ese gran vínculo
que unía a todos sus amigos entre sí.
Sonrió con amargura. Pensó que sus sueños no se encontraban muy
alejados de la realidad, al fin y al cabo. Desechando ese pensamiento tan
típico de él, se dispuso a planear como rescatarían a su hermana, ya que
el tiempo apremiaba y no había ni un minuto que perder.





-¿Ahora?-pregunté, reuniendo parte de la energía que se escapaba de
entre mis dedos.
-¡Ahora!- exclamó Dechy.
Concentré el torrente de energía hacia atrás con la intención de que el
círculo protector de magia que nos había proporcionado la pequeña
duende, saliera propulsado hacia delante con nosotros dentro, con el
fin de escapar por la ventana y dejar atrás a aquellos nauseabundos
trasgos.
Pero ocurrió algo totalmente distinto. El torrente de energía lo inundó
todo, y con un pequeño estallido, empezamos a girar en el espacio-tiempo.
En cuestión de segundos el paisaje cambió. Caímos de bruces contra la
tierra.
-Dioses...-farfulló una voz cercana-¿Cómo diablos habéis llegado hasta aquí?
Levanté la cabeza y observé unos grandes ojos observándome con curiosidad.
-Vaya, estamos bien, tranquilo ¿eh?-dijo Ratataco, con sarcasmo.
-Si bueno...eso también, por supuesto-enrojeció el brujo-¿Has sido tú?-
quiso saber.

-No sé como lo he hecho, la verdad...-respondí con sinceridad.
Él me cogió las manos con delicadeza, y un agradable cosquilleo me
recorrió el cuerpo.
-¿Lo notas?-me preguntó, sonriendo- Es nuestra energía  enlazándose 
entre sí.
Abrí los ojos, de par en par.
-¿Es...magia?
George pareció dudar durante un instante.
-Es pronto para saberlo con exactitud-confesó- Pero creo que tienes
potencial para hacer grandes cosas. Sólo hay que pulirte.
Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro. Busqué con la mirada a mis
compañeros, pero estos se hallaban estupefactos mirando boquiabiertos
hacia un punto en concreto. Cuando me quise dar cuenta, por mi rostro
resbalaban sendas lágrimas.
Un azarado Zambrano y una demacrada pero sonriente Jersi, nos
saludaban con timidez.
Sergio, Gásquez y Ratataco salieron a su encuentro arrojándose
encima de ellos y rodando por la fresca hierba, riendo como niños,
después de tanto tiempo.
No pude menos que dedicarles una amplia sonrisa.
menos que dedicarles una amplia sonrisa.
-No hay necesidad de explicaciones-murmuré, cuando Zambrano quiso
disculparse por su comportamiento en el pasado-Ahora más que nunca
necesitamos estar juntos.¿Puedo contar contigo?.
Asintió con firmeza, y apretó mi mano. Eso era una promesa.
Eché un vistazo a mi dulce Jersi. O al menos lo que quedaba de ella.
En apariencia, seguía pareciendo la misma, pero ahora unos toscos
rasgos lobunos marcaban sus facciones, y un color ambarino cubría
por completo aquellos ojos que antaño habían sido castaños.
Profirió un gemido lastimero y sin pensarlo, la abracé fuerte contra mi
pecho.
-Nada haré que te deje a un lado-murmuré.
Ella sonrió.
-Eso mismo me ha dicho San Negro-corroboró- Estaba muy enfadado
cuando le conté todo esto. Me ha dicho que no tardará en aparecer por
estos lares.
Zambrano colocó a Dechy sobre su cabeza, y agarrando a George por el
hombro, le susurró algo en voz baja.
-Bien.Tengo que poneros al día para que comencemos a actuar cuanto
antes-comentó este.
Todos pusimos especial atención al relato, y agarrándonos las manos con
fuerza, juntamos entre todos la pizca de esperanza que cada uno
albergábamos en nuestro interior.





-¿Estás segura de lo que vas a hacer?-preguntó Fack, por segunda vez.
Ella lo acarició con cariño.
-Ade, por favor...-suplicó el pequeño duende- Aún hay esperanzas.
-Todo lo que queda aquí es dolor y odio. Si mi hermano sigue en pos mía
no quiero causarle problemas. Quitándome de en medio lo solucionaré
todo.
Su largo cabello se mecía suavemente a ras de la brisa nocturna. 
Le gustaba sentarse en el alféizar de aquel ventanuco e imaginar
que era libre y podía volar.
Pero ya se había cansado de soñar. Quería sentir algo real, aunque
fuera la muerte.
-Intentaré utilizar mis poderes...
-Sabes que eso es imposible mientras estés en este castillo-replicó ella.
Él calló, sin poder objetar nada.
-Gracias por todo, pequeñín-susurró con dulzura Ade.
La mirada de Fack se oscureció durante un breve instante. No. Aún podía
hacer algo por ella, aunque le costara la vida. Le parecía un precio
razonable.
Y antes de que ella se precipitara al vacío, reunió toda la energía de
la que era capaz y se introdujo en el colgante de Ade.

Los grandes ojos de la muchacha se abrieron aterrados, y sus labios
rezaron una última oración. Antes de alcanzar el suelo, brotaron de su
espalda unas grandes alas plumadas que, con una fuerza sobrenatural
se batieron en contra de la gravedad y fueron amenizando la caída hasta
que los pies de Ade rozaron el suelo con delicadeza.
Sintió que le faltaba el aire, y que su débil cuerpo se resistía a seguir 
consciente. Cálidas lágrimas caían por su rostro. Miró hacia atrás. 
Las alas habían desaparecido, al igual que su único amigo, quien
había sacrificado su vida a cambio de otorgarle la libertad.
"Tu muerte no será en vano, pequeño"-pensó, mientras la calavera
sujeta a su cuello palpitaba con fuerza; con una nueva fuerza
poderosa que brotaba de un corazón herido.



















Let it be

Mi foto
And what exactly is a dream?