| Una vez me contaste una historia. |
La era del hombre había tocado a su fin y las máquinas gobernaban sobre la moribunda tierra.
Recuerdo tu mirada ausente al revivir aquel episodio; siempre decías que habían sido dolorosos todos aquellos experimentos y que, en el fondo, dejaste de ser humano tras los mismos.
¿Sigues teniendo ese brillo infantil en la mirada? Aun cuando te lo arrebataron todo, era el arma más fuerte que poseías.
Sonreías casi todo el tiempo mientras te deslizabas por el tobogán de la vida. El sol bañaba tus ojos cada mañana y los pájaros se arremolimaban cantándote.
Eras el ave del amanecer.
La que cubría mi sombría mirada con sus alas.
La que picoteaba los gusanos de mi cerebro.
De las coloridas alas, solamente te queda ahora una:oscura, desplumada y colgante sobre la espalda.
Sobrevolaste el mundo hasta que te atraparon y no volviste a remontar el vuelo.
Tus días de gloriosa juventud habían tocado a su fin en tu cabeza. Tu cuerpo se mantenía perfecto, sin mácula alguna por el paso del tiempo. Pero tu mente había dejado de funcionar hacía mucho.
Solamente volviste a repetirme la historia una vez más mientras te desconectabas y tu mirada volvía a adquirir esa apariencia humana, sublime, antes de apagarse para siempre y perder el tono dorado.
Viajando de nuevo a la fantástica luz de una antigua era, donde el hombre y la naturaleza eran un sólo ser.
Desperté al oír tu canto y dejé que tu arrullo me adormeciera otra época más, aun siendo consciente de tus labios sobre mi frente.
