Capítulo 9: Aullidos
" No te dejes morir..."-repetía una y otra vez.
Pero su cuerpo no respondía, y su mente no daba más de sí.
Unas voces susurraban dentro de su cabeza, entrelazadas.
* Nunca has servido para nada.Sabes que lo mejor es acabar
con esto de una vez por todas...*
* Únicamente tienes que abandonar tu cuerpo...*
El joven Nigromante respiraba entrecortadamente.
* Traicionaste a tus amigos...Nadie volverá a por tí pequeño Georgie...
Y se preparó para dejarse llevar hacia aquel punto oscuro que
teñía todos sus pensamientos, y el cual se expandía con avidez.
* Muerta tu hermana, no queda ya nada que te retenga en este mundo...
La mirada perdida del brujo se iluminó durante un breve instante.
" Ade...no está muerta..."-farfulló con ira.
Y las voces comenzaron a burlarse de él, riéndose.
" Todavía hay esperanzas..."-se dijo.
Y por primera vez en mucho tiempo ignoró a aquellas lánguidas voces
que tanto lo habían atormentado, y se agarró con fiereza a la vida, a esa
nueva esperanza que hacía latir de nuevo su amargo corazón.
Y rió, como nunca antes lo había hecho.
Sus fauces se mantenían abiertas todo el tiempo, atentas a cualquier
atisbo de movimiento.
Un siniestro aullido rompió el silencio de la noche.
Sonrió.Aquella era la señal.
Su manada había localizado al fin a esos escuálidos humanos.
"Una suerte, sin duda"- pensó, ya que hacía dos lunas que no
se alimentaba en condiciones.
-Shatan...-le llamó uno de sus compañeros.
Bufó, un tanto molestó por la interrupción mental.
-Uno de ellos es diferente...
Shatan ladeó la cabeza, pensativo.
-Tienes razón...puedo olerlo...-se relamió- un débil hilo de magia
corre por sus venas, pero aún así no tiene fuerzas suficientes para
detenernos...
-Además...-añadió éste- la carne estará igualmente sabrosa...
Y ambos se prepararon para reunirse con el resto de su clan, mientras
la suave luz de la luna bañaba sus salvajes rostros.
Cientos de ojos centelleaban en la oscuridad, haciendo que nos
encogiéramos los tres, aterrorizados.
Nos encontrábamos rodeados por completo.Aún así, no
podíamos ver a nuestros captores, ya que se mantenían
ocultos entre la maleza.
-¿Se te ocurre alguna brillante idea?-pregunté, mientras
agarraba con fuerza el brazo de Ratataco.
Jersi miró al zagal con un brillo siniestro en la mirada.
-Al que buscan es a él, no a nosotras...-murmuró.
En ese momento, algo o alguien gruñó muy cerca de ellos.
-¡Aquí lo tenéis!-sollozó Jersi entregando a un Ratataco
confuso.
-¡Oye!-grité furiosa.
Jersi me cogió de las manos y mirándome seriamente me dijo:
-Eres aún joven e inocente.Pronto encontrarás a algún otro
friki que te quiera-y añadió-¿Qué te parecería ese cincuentón
que conocimos en el Hypnosis...?
No hube abierto la boca siquiera para contrarrestar a aquella
pregunta cuando de repente una potente voz habló:
-Humanos escurridizos, al fin...
Nos volvimos en todas direcciones, tratando de vislumbrar
de donde procedía.
Aquel ser avanzó unos cuantos pasos hasta situarse a unos
escasos metros de donde nos encontrábamos.
La claridad lunar iluminó las facciones de la horripilante
bestia. Era un enorme lobo, negro como el tizón, en cuyo
rostro destacaban unos largos colmillos afilados, repletos
de trozos podridos de carne.Su robusto cuerpo poseía
unos enormes brazos provisto de garras que lo atravesaban
por todas partes.Incluso su peluda cola hubiera servido para
barrer de una sola pasada la enorme mansión de Ratataco.
Pero lo que más pavor ocasionaba eran sus grandes ojos
brillantes, semejantes a dos brasas.
Me puse en posición defensiva, intentando proteger a mis
dos amigos.
Aquella bestia rió con sorna.
-Aquí de nada te servirá la magia, humana-me amenazó la criatura.
"¿Magia?"-pensé,confusa.
-Apártate, piernascortas...-gorgoteó otro ser desde la oscuridad.
Jersi y el chorbo temblaban detrás de mi.
-Te propongo un trato-sugirió aquella bestia- Tú me entregas
a tus amigos y te dejaremos marchar...
Negué con la cabeza, y reuniendo valor le espeté:
-Nunca...Como les pongas una mano encima te juro que
que te atravieso el corazón...
Aullidos.Toda la manada aullaba encolerizaba.
-¡No sabes con quien estás hablando, saco de huesos!-
bramó un segundo lobo más pequeño apareciendo de entre
las tinieblas-Shatan es nuestro lider, y toda criatura del
bosque le debe respeto y obediencia.
-Pues mira que es feo y peluo el Shatan este... -susurró
Jersi, creyendo que nadie la oiría.
Pero aparte de la inteligencia, los monstruitos también
tenían buen oido, de modo que la escucharon.
El lobo más menudo se aproximó a ella ágilmente, y la
derribó de un zarpazo, lanzándola a unos cuantos metros.
Grité su nombre, mientras corría hacia ella.
Por el rabillo del ojo, vi como Shatan se acercaba hacia
Ratataco, con las fauces abiertas.
Sentí que moriríamos alli mismo, víctimas de aquellos
seres.
Noté como una fuerza superior a la mía brotaba desde mi
interior, acumulándose en la punta de mis dedos.
Era una sensación pura, que acariciaba mis sentidos.
Supe que tenía que soltarla, por lo que traté de canalizar
esa fuerza hacia la bestia.
"Ojalá funcione"-pensé.
Gásquez se ocultó tras un gran roble, mientras se
apretaba la herida de la pierna, que sangraba
abundantemente.
Aquellos lobos los habían pillado desprevenidos
en mitad de la noche, y su hermano y el súcubo
habían desaparecido en un descuido.
A pesar de que Pauline era un ser poderoso, el
enemigo contaba con mayor número de fieras.
Escuchó un leve siseo junto a él y se preparó para
gritar, pero alguien le puso la mano en la boca.
-Pshhh...-le susurró ella.
-¡Pauline!-exclamó Gásquez-¿Qué ha pasado?
Ella no respondió, pero le pellizco un brazo, instándole
a que guardara silencio.
Alguien gemía de dolor.
Un olor putrefacto comenzó a impregnar el ambiente.
-¡Bruja del demonio!-gritó uno de los lobos, que había
salido de entre la espesura, con el costado destrozado.
A Gásquez se le aceleró el corazón.Se hallaba muy cerca
de su posición.
Pero antes de que puediera percatarse de su presencia,
otro semejante suyo le salió al paso.
-Kneissel...-lo llamó, ayudándolo a incorporarse.
Las dos bestias se miraron durante un breve segundo,
y Gásquez pudo vislumbrar algo en la expresión de
sus rostros.¿Dolor?.¿Pena?.
-Los han encontrado...- anunció su compañero a
Kneissel.
Este no respondió de inmediato, ya que le costaba
respirar debido a la profunda herida en el abdomen.
-Les sacaré los ojos a esos pútridos humanos...
Y tras decir esto, le aulló a la luna, con amargura.
Gásquez dejó de respirar durante unos segundos.
Sus amigos se encontraban en peligro, y él debía
de actuar rápidamente si queria encontrarlos no
despedazados.
"Ya está..."-pensé ya sin fuerzas, mientras me desplomaba
en la tierra.
Nunca supe lo que ocurrió a continuación.
Antes de caer insconciente, lo último que mis cansados ojos
pudieron observar fue una luz.Una brillante luz que parecía
desterrar a las tinieblas de la noche.Y una sonrisa.Una
preciosa sonrisa que conseguió hacerme estremecer.
Pauline lanzaba constantes rayos de energía hacia
sus oponentes, pero por cada atacante que derrotaba
tres más le salían al paso.
Su energía mágica disminuía alarmantemente, y Gásquez
lo notaba.
Finalmente no pudo más, y uno de los lobos rompió la
barrera mágica, impulsando a la bruja hacia atrás de un
zarpazo certero.
-¡NOOO!-gritó Gásquez, pero ya era demasiado tarde.
Los lobos los rodeaban a ambos, y unas siniestras carcajadas
comenzaron a salir de sus fauces.
El más viejo de todos ellos cogió al muchacho del brazo,
partiéndoselo con saña.
-Ahora puedes chillar todo lo que quieras...-le gruñó.
Y su boca se sitúo alrededor del cuello del joven.
-Yo que tú no haría eso,viejo amigo-advirtío una voz.
El viejo sabueso observó a aquel joven nigromante,
presa del pánico.
-Tú...¡no puede ser!-masculló.
El joven sonrió suavemente y silvó al aire.
Una bandada de escuálidos cuervos comenzó
a salir de los árboles del bosque, picoteando toda
la carne podrida que estuviera a su alcance.
Las fieras comenzaron a huir despavoridas, olvidando
todo orgullo y dignidad, pues aquellas aves arrasaban
con todo.
-Ge...or...ge..-gimió Gásquez, señalando a Pauline, que
yacía en el suelo, sin dar muestras de vida alguna.
Él se acercó y se agachó junto a ella, acariciándole su
espesa cabellera roja.
-Has luchado muy bien...no me esperaba menos de tí-
le susurró.
Luego murmuró unas palabras en el idioma arcano
y el súcubo se desvaneció por completo.
-Solo tiene un par de magulladoras-tranquilizó al
muchacho-Se recuperará si la dejo descansar.
Gásquez se incorporó dolorido.
-¿Y...los demás...?-preguntó.
George vaciló un breve instante antes de responder:
-Es mejor que lo veas por ti mismo...
Y diciendo esto, tomó al muchacho del brazo bueno
y se desvanecieron ambos en la noche.
En aquella maldita noche, repleta de aullidos, de sangre
y de muertes.