viernes, 25 de septiembre de 2015

Memorias Alhendinenses 13

Capítulo 13: Revelaciones




Sentía opresión en el pecho. Una voz suave como el viento la llamaba.
Pero ella no podía hacer otra cosa que gritar. Sollozar al cielo e insultar
a aquel hipócrita que lo observaba todo desde allí. Pero nunca intervenía.

Se concentró en aquella voz. Se le antojaba familiar, y la transportó a

un tiempo mejor; a un lugar donde no seguir sintiendo tanta ira y desazón.
Y él estaba allí. La única persona que le quedaba en el mundo.
La imagen era onírica, y sin embargo sabía que no pertenecía a un sueño,
sino a un bonito recuerdo.
*Quizás nunca escuches mi llamada. Sé que tu luz sigue brillando.
Pronto nos veremos Ade, en el cielo o en el infierno.*
Lo supo. Supo lo que tenía que hacer. Debía seguir a su corazón. A ese
hilo transparente que la unía a él desde que nació.

Cuando despertó, una cálida sensación la recorría por dentro. Sus manos

apretaban el colgante contra sus labios.
-Ade-susurró una voz.
Su boca formó una pequeña "o". Ahogó un grito.
A su lado, una joven la miraba intensamente. Sus miradas se encontraron.
Se estaba observando a si misma. Era ella y a la vez no.
-Soy el odio, la ira, la venganza-murmuró su otra yo.
Ade era incapaz de articular palabra. No podía dejar de mirarla.
-Todo lo malo que hay en el ser humano-prosiguió la otra joven
 acercando los labios al oído de la chica.
Ade intentó alejarse aterrorizada, pero su cuerpo no le respondía.
-Soy tu prisión. La única que te puede cortar las alas. Me crearon con
ese propósito.
La muchacha se armó de valor y trató de empujarla, pero sus manos
atravesaron limpiamente el cuerpo de su réplica.
Una amarga risa resonó en su mente con fuerza.
-¿Quién eres?-sollozó.
Ella se levantó, y su mirada adquirió un matiz oscuro.
-Soy tú.
Una suave brisa hizo ondular su largo cabello, y colocó el dedo índice
sobre los labios de Ade.
-Será nuestro pequeño secreto-susurró-Y ahora que he despertado, no
pienso volver a las sombras.




Me sequé el sudor de la frente. Maldije en voz alta cuando el Nigromante

me lanzó de nuevo al suelo sin ni siquiera pestañear.
Había sido incapaz de acercarme lo mas mínimo a él durante todo el combate.
Tal vez nunca consiguiera avanzar más allá.
-No te concentras lo suficiente. Busca la fuente de tu poder.
Le lancé una mirada hosca.
-No te creas que no lo intento, brujo.
Él me observó con una suave sonrisa pintada en su demacrado rostro. 
Hacía varias noches que no dormía y se le notaba cansado.Hacía días
que avanzábamos velozmente a través de campos y parajes yermos.
Pronto estaríamos cerca de nuestro objetivo.
-Dejemos el entrenamiento por hoy, George. Deberíamos dormir
un poco-le aconsejé mientras el último rayo de sol despuntaba por
el horizonte.
Él dirigió una mirada preocupada al cielo. Si los dioses no le
ayudaban, de poco serviría aquel esfuerzo. Día tras día se reprochaba
el haber aceptado que los jóvenes se unieran a su búsqueda;
que participaran en su misma lucha. Los estaba conduciendo
a una muerte segura. Y sin embargo sentía que sin ellos sería
incapaz de conseguir nada.

*"-Sé que mi hermana está viva en algún lugar. Tenemos un vínculo

fuerte, y podemos sentir el dolor que experimentamos ambos. 
Hasta hace poco esa unión se había debilitado, pero ha ocurrido algo
que escapa a mi conocimiento, y que ha conseguido avivar esa
conexión, y ahora sé que debo seguir mi instinto.
Nos conducirá a ella. Pero también nos llevará de cabeza hasta
él, Esaurón.
Tenéis que saber los riesgos que corréis al querer acompañarme"
"-No nos has explicado que quiere él de tu hermana-murmuró
Ratataco"
El rostro del brujo se transformó en una máscara de odio e ira.
"-Requiere de su energía vital para sobrevivir. Pretende
reencarnarse en un cuerpo más joven...un cuerpo puro, que no ha
sido corrompido mediante magia negra. Para él no es más que un
recipiente. Sólo está esperando el momento oportuno.
"-¿Cuándo será eso...?-se atrevió a preguntar Gásquez.
"-No tengo ni idea. Eso es lo que me mata por dentro. 
Llegar demasiado tarde"*




-Despierta-se rogó Ade a si misma-Despierta.

Una mano se cernió alrededor de su cuello.
-Es inútil. Deja de pelear. Estás atrapada en tu mente.
Aquel contacto le ocasionaba dolor. Gritó.
-Déjam- me...él m...me está..buscando-consiguió
 susurrar.
-Nuestro querido hermano está cerca. Yo también lo siento.
Pero también siento aversión hacía él. Nos abandonó. Nos
dejó solas. ¿Ya no lo recuerdas?- preguntó la otra.
-No sabes nada...Él no es t..tu hermano-respondió Ade
con furia, sintiendo que le faltaba el aire.
Ella le lanzó una mirada de insuficiencia, soltándola.
-Por supuesto que lo sé todo. Tú y yo sabemos lo mismo.
Sentimos lo mismo. Yo soy todo el odio que has escondido
durante todos estos años.
-¿Quién eres?-gritó Ade.
-Soy Ade.
-¿Quién quieres ser?-volvió de nuevo a preguntar.
Ella pareció sorprenderse, y pensó un rato antes de responder:
-Soy Sie.
Ade le tendió una mano.
-Tengo que encontrarlo. Ayúdame a salir de aquí.
Sie negó con la cabeza y le dio la espalda.
-Aun no lo entiendes.
Ade hizo ademán de tocarle el brazo, pero una vez más,
fue como tratar de palpar el humo.
-No siento pena. Hay sentimientos que no están a mi alcance.
Soy incapaz de sentir amor y compasión. Lo puedo percibir
vagamente en tu corazón, pero está muy lejos de mi
entendimiento. Yo también estoy limitada-explicó con
indiferencia.
-Pero si sientes lo mismo que yo...debes de ser capaz 
de comprenderlo-se defendió Ade.
Ella le dirigió una larga mirada, sin ningún atisbo de emoción
en esos ojos violáceos.
-Sí y no-dedujo- Siempre sí y no. Ya te he dicho que puedo
apreciarlo minímamente pero no está en mí la posibilidad de ver
más allá. Y aun así, advierto mejor que tú misma el sentimiento
de soledad.
Ade sintió ternura por ella.
-Puedo ayudarte a entenderlo.
Sie se acercó a ella y posó sus labios sobre el rostro de ella.
-Todavía no comprendes nada. No fui creada para comprender eso.
-Pero podemos salir juntas de aquí.
Sie rió. Luego señaló al extraño cielo anaranjado que se expandía
sobre ellas.
-De aquí sólo puede salir una.




George se despertó gimiendo y lanzando improperios contra

alguien invisible.
Se percató de que la pequeña hobbit no dormía en su saco;
tampoco el descerebrado elfo.
La luna cubría de claridad aquella región, haciéndoles más
vulnerables ante la mirada enemiga. No debían separarse
bajo ningún concepto.
Farfullando, se preguntó a quien demonios le tocaba hacer
guardia aquella noche y por qué no se encontraba en su puesto.
De repente, se acordó. Se había quedado dormido mientras
escrutaba el horizonte, posiblemente cuando la primera estrella
comenzó a vislumbrarse en el cielo. Por su maldito despiste habían
estado desprotegidos durante horas. Cualquiera podría
haberlos atacado. Su rostro adquirió un ligero rubor bajo su espesa
barba.
Con un mal presentimiento se levantó y se ajustó la capa,
cubriéndose con ella. Con un leve susurro se volvió invisible y se
adentró un poco más en el bosque, lejos de la ya consumida
hoguera.

La rama no levitaba. La maldita rama no se movía del suelo.

-¡Arrrrrf!-mascullé.
Si no lograba realizar ese condenado truco no sería capaz de
avanzar.
-El mundo no necesita magas de pacotilla- afirmé, y sin querer,
trastabillé con una roca y caí de bruces al suelo.
Escuché una risa cantarina.
-Pero sí que necesita reírse de tu torpeza. ¡Pero que tontísima eres!-
dijo Ratataco, saliendo al paso.
-Lo que me faltaba...-musité- ¿Qué haces aquí?- pregunté,
 mirándolo con desprecio.
-No deberías de machacarte tanto con esto-susurró,
levantándome del suelo y sujetándome entre sus brazos.
-Y tú no deberías molestar-le espeté- ¡Bájame! Tengo que
seguir intentándolo.
Él me sostuvo la mirada con seriedad.
-Quizás no lo estás enfocando bien. Lo único que haces es
sulfurarte. A lo mejor la clave está en relajarte un poco y aclararte.
Lo miré desafiante.
-¿A qué te refieres?
Me colocó sobre la húmeda tierra y se sentó a mi lado.
Y me quedé prendida de sus ojos, y ni siquiera fui consciente
de que me estaba besando.
-Inténtalo ahora-me apremió, separándose de mi y cogiendo de
nuevo la rama.
Algo estalló en mi interior. Algo que no se parecía en nada
a la frustración o sensación de derrota que sentía cada vez que
trataba de hacerlo.
Y no sólo levitó aquella rama, sino todas las ramitas
resquebrajadas que yacían en la tierra.
Sonreímos.










Let it be

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And what exactly is a dream?