viernes, 20 de enero de 2012

Anotaciones Al Margen Del Diario De Un Nigromante


Un Par De Morcillas







Son las 6 de la mañana, aún de noche en aquellas tierras de
Siberia donde en esa época eran escasas las horas de luz.
El joven George se acababa de levantar y afianzar su 
desgastada túnica.
-Ignis fluctus – gritó.
Era un hechizo para protegerse del frío que aprendió desde
los primeros días, con los visibles efectos secundarios que se
pueden observar en su chamuscada perilla.
Cogió algo para picar, grasa de cacahuete y su último intento
de poción vigorizante que sabía a sopa de calabaza, para continuar
con el trabajo de adivinación que debía entregar esa misma mañana.
Y mientras la pluma escribía lo que a bien menester le parecía,
George miraba con añoranza su colgante de calavera.
Había pasado ya un año para él en aquellas tierras y le
habían parecido eones, completamente solo, apenas la compañía
de alguna  sobremaquillada vampira y aquel ingeniero de varitas con el
que juega a póker vía tuenti.
Aun así seguía convencido y sabía que debía terminar su entrenamiento.
En ese momento se escuchó un fuerte estruendo. Dudó durante unos
momentos.
El transiberiano no debía pasar hasta la semana siguiente,
cuando la puerta de la habitación cayó abajo.
Entraron un total de seis individuos que pudo identificar fácilmente como
magos rojos por el color de sus capas.
Rápidamente lo rodearon.
-¿Qué buscáis aquí? ¡Largo!-dijo atónico, aunque realmente sabía porque
estaban ahí.
-Sommus. – susurró el más alto y George cayó en un profundo sueño.

Se despertó atado de pies y manos en una vieja silla de madera.
El mismo mago que lo había dormido le miraba fijamente.
-¿Dónde lo has escondido?
-No sé de qué va todo esto, pero no tengo nada que ver. –dijo,
intentando ser convincente.
-Sabemos que fuiste tú el ladrón.Está todo grabado.
Mientras tanto alargó la mano hacia atrás, y automáticamente
un individuo colocado dos pasos más atrás avanzó y
colocó una, aparentemente, pesada perla color esmeralda.
El mago rojo deslizó su mano por encima. Se empezó a ver
a un chico encapuchado como se acercaba en plena noche
a una vitrina, iluminada por un extraño objeto que había en su
interior, de un brillo cercano al de una estrella.
Tras un largo periodo que permaneció observándola, se decidió
a proceder y destruyó el cristal con una maza, con apariencia
de poseer algún sangriento encantamiento, y substrajo la
esfera brillante.
En ese momento mientras huía giró sobre si, pudiéndose
apreciar su rostro.
No cabía duda, le habían descubierto.
-La robé para pagar una apuesta.
Hacía unos meses había paseado por la Casa de los Magos Rojos,
un magnífico edificio a las afueras de la pequeña villa donde se
enseñaba aquel peculiar arte de la magia del fuego.
Fue cuando vio por primera vez aquella peculiar esfera.
Estaba colocada al fondo en una pequeña vitrina, en una sala
que parecía ser usada entre una mezcla de museo y desván,
donde hacía mucho tiempo que no iba nadie.
Tenía algunas deudas con el ingeniero Peralta de su última timba
de póker, y supuso que le gustaría ese objeto. Así que decidió
darle un mejor uso.
Esa misma noche se adentró en el edificio.
Realmente nunca llegó a dársela.
-Ya hemos hablado con ese mequetrefe y está muy seguro de
que nunca ha visto el ente. Tanto que ahora mismo alucina con
felinos correteando por las paredes.
-El “hada verde”- susurró George.
-Veo que te das cuenta de que vamos muy en serio-susurró-
Es un objeto muy peligroso, la energía que hay en su interior
es incontrolable. Estás poniendo muchas vidas en peligro.
-No puedo dárosla. Realmente la perdí, me la han robado. Pero
si te traes eso, nos echamos unos chupitos, ¿eh?
-Muy gracioso. Jojo juju jejeje-rió.
Tras unos segundos de miradas fijas y desafiantes que hicieron
saltar algunas chispas, (ardiendo incluso el calcetín de uno de los
magos) salieron todos de la habitación sin mediar una palabra más.
Cuando se aseguró de que no lo vigilaba nadie, se desató.
Aunque con cierta dificultades y algún que otro ademán de
sufrimiento.
Sacó la calavera.
Allí dentro estaba el magnífico objeto. Podía imaginar dentro de
los ojos su ardiente brillo.
No sabía mucho de los entes confinados pero le acababan de
advertir de su gran poder, así que era su mejor baza para salir de
allí antes de que volviesen a torturarle.
Con lentitud se levantó y desvinculó la esfera de su receptáculo.
Mantuvo al objeto en el aire, levitando. Iluminó toda la sala de un tono
naranja llameante a la vez que oscuro y profundo.
Pero a pesar de toda su belleza como objeto decorativo no
lograba vislumbrar donde se hallaba todo su poder.
Alargó su mano y la agarró. Entonces sintió como si
intentase comunicarse con él.  Una energía le atravesó por completo
y más allá de su poder hipnotizante, “libérame”, quiso escuchar
entre susurros en un arcano muy antiguo.
-¿Qué eres?- preguntó George.
-Soy una criatura de ensueño. Un súcubo.
-Dime. ¿Cuántos sueños hay que robar para ganarse una
condena así?- la esfera no parecía una prisión muy cómoda y
son muy conocidos los delitos de este tipo de criaturas.
-Necesito una oportunidad para cambiar. Supongo que también
conocerás el alto grado de lealtad que presentamos a nuestros
amos- murmuró-Siento una fuerte energía en tí, y un destino que
hace vibrar llamas.
El nigromante también había leído acerca de lo convincentes
que podían llegar a ser esas criaturas, pero se encontraba frente
a un precipicio y ella lo podía ayudar.
-Ven pues a este mundo y aléjate de los barrotes que te someten-
dijo con fuerza.
Soltó la esfera la cual fue aumentando poco a poco de tamaño
tomando extrañas formas llameantes.
Recorría toda la habitación con avidez hasta que al final se
depositó en el suelo con forma de remolino que fue tomando
la forma de una joven muchacha.
-Vamos, te sacaré de aquí.
Dicho esto derrumbó la puerta de un fuerte estallido.
George sobresaltado, aún estupefacto del espectáculo que
acababa de presenciar, reaccionó con fuerza y siguió a la
súcubo.
Avanzaron sin pausa por los pasillos arrasando con todo lo
que se interpusiese en su camino.
Ávida de acción no paraba de desparramar su poder lanzando
fuertes llamaradas, deformando su cuerpo, arremolinándose
en sus víctimas y burlándose de ellas mientras les arrancaba su
último suspiro.
Mientras George corría tras ella cuidando de lo que pisaba e
intentando que no saliese ardiendo su vieja túnica.
Ya en las afueras de la ciudad, a varias millas de La Casa Roja
pararon a descansar. No era demasiado tarde, pero ya anochecía.
-No sé cómo agradecértelo- dijo el nigromante aún falto de aliento.
-Me has devuelto la vida, soy yo la que te debo gratitud eterna.
-No empecemos con rollos de genios, elfos domésticos y cosas así-
se mofó- Por cierto, he cogido un par de morcillas mientras
huíamos....si pudieses usar uno de tus trucos...
La súcubo empezó a preparar una improvisada barbacoa.
-¿Qué piensas hacer ahora conmigo?- preguntó la flamígera
muchacha, mientras sus formas se desenvolvían un tanto
insinuantes.
-Tal vez deba conservarte-dijo, intentando guardar la compostura-
Me has servido bien.
-¿Te ha gustado?- ironizó, mientras alargaba su brazo y lo pasaba
alrededor de los hombros de George deslizando su cuerpo lentamente
hacia él-Puedo darte más-los ojos de la muchacha se tornaron en vivas
llamas y se acercó aún más al muchacho.
-¡Cuidado!-exclamó el muchacho aprovechado para alejarse de la
súcubo. -Se va a quemar la morcilla-se agachó y cogió los dos trozos.
Se acercó y le dio uno a ella.
- Sé todo lo que puedes llegar a saber con uno de tus besos-desafió,
intentando ser convincente con ademán de líder.
-¡Jo! Habría sido divertido-la súcubo oscureció su brillo y se retiró
velozmente a la roca donde descansaba inicialmente.
-Tendrás tiempo para conocerme un poco mejor. He pensado que
como tu apariencia llama algo la atención, podrías vivir aquí.-le propuso,
enseñándole la calavera.- Créeme, es mucho más amplio de lo que parece.
Y así continuó la tarde, hablando y disfrutando de aquel pequeño festín
hasta que se puso el sol y ya no se veía nada.




(Lyrics by George)

sábado, 14 de enero de 2012

Shine



Volví a ver sus ojos, sus labios en blanco y negro pronunciando
palabras que nunca llegué a comprender.
Esa voz que se grabó en mis tímpanos para siempre.
Y de nuevo esa incertidumbre.Esa picazón en el alma.
Nunca me había sentido tan viva, y a la vez tan muerta.

Let it be

Mi foto
And what exactly is a dream?