jueves, 27 de septiembre de 2012

Cantar del Mio Fack



(Guerra Fría entre Armilla-Alhendín, escrita en alhendinense antiguo)


                                                                                                                

[Momento en el que los armilleros cruzaban la frontera de Alhendín
para insultar a los ciudadanos de dicho poblado-Acto 1º-)

"¿Qué es eso que vislumbran mis hojos de castrojo
si no percibo mal, en la lejanía de aquellos montes?"
"Es ni mah ni menos que un armillero cojo,
que vendrá a nuestras tyerras a cazar bisontes"
"¡Oh, probes de nosotros la que se nos viene encima!"
"¿Qué farfullas por lo bajo, hija mia de dorados cabellos?"
"Se acerca un ejército, allá atrás de esa lejana encina"
"¡Si mi vista de elfo no me traiciona estoy viendo camellos!"
Al momento se acercan los guerreros con rapidez,
oteando al viento su bandera con orgullo.
"Armilleros semos, libres nacimos, y combatiremos con avidez".
"¡Malditos truhánes! ¡Acabaréis en el trullo!
"¡Aka Paco partimos todos para decidir vuestra muerte!"
Un ratico después llegan todos los ciudadanos a dicha mansión.
"Como me llamo Paco, os deseo mucha suerte.
Yo me quedaré en mi piscina componiendo una canción".
"Paco, entre las filas enemigas hay muchas muyayas".
"Traedme a esas minas en cuanto hacavéis el meollo,
pues no quisiera que esas jóvenes acabaran como cobayas".
"¿Luego nos dejarás disfrutar de su compañía y un buen centollo?".


"¡Pichaflojas, botarates!¡Salid a dar la cara a nuestro rey!"

Los armilleros han llegado ya a las puertas de la ciudad enemiga.
El Rey Fack observa la escena y recita levantándose de su buey:
"Soy el Mio Fack, y soy todo un radical. El que parte la pana
y hace lo que le da la gana. El que conquista los castillos que 
están medio derruidos. Ten cuidado y no seas pardillo o te saco
la hoz y el martillo".
"Oemegé, que buena es esa musiquilla"
"Como pelirroja que soy apoyo ese nuevo lema"
"Y ahora preparaos para la guerra, mariquitillas..."

(Fin del Acto 1º)















lunes, 10 de septiembre de 2012

Memorias Alhendinenses 11




Capítulo 11: De vuelta al camino:

A veces solía sentarse junto a un gran tocón situado
a orillas del río.
Allí evitaba tener que pensar en su futuro, y disfrutaba
recordando con nostalgia viejos tiempos.
-Zambrano...-le llamó aquella molesta elfa.
Él sabía de sobra que lo había estado siguiendo desde
que salió de la aldea, pero aún así había querido hacer
la vista gorda.
-¿Qué quieres ahora, Anele?-preguntó este, irritado por
su agobiante compañía.
Ella sonrió con picardía y se sentó a su lado.
-Siempre que planeamos hacer una incursión en las tierras
del rey Esaurón desapareces misteriosamente-apuntó,
para después inquirir-¿ No será que evitas a toda costa
participar en tal misión?
Zambrano agachó la cabeza, quizás meditando, pero sabía
perfectamente cual era la respuesta a aquella pregunta.
-Sabes de sobra que no quiero ser partícipe de vuestras
excursioncitas en aquella región maldita...-pareció escupir la
última palabra- Ayudaré todo lo que pueda en la aldea, y cuando
las cosas vayan mejor me marcharé.
Anele se acicaló su larga melena azabache, jugueteando con los
tirabuzones que se le formaban.
-Quieres atenuar la sensación de culpa que se te enrosca en el 
pecho con avidez cada día que pasas aquí...-le susurró con voz serena-
Te arrepientes de lo que le hiciste a tu gente.
La palidez de Zambrano iba en aumento conforme Anele hablaba.
-Piensas que hiciste mal al abandonarlos, y te duele...
-¡Cállate, maldita sea!¡Cierra la boca!-gritó Zambrano, mientras sus
ojos escupían lágrimas por primera vez en mucho tiempo.
-¡Oh, venga ya!-exclamó ella, agarrándole del brazo-¿De verdad
temes por la vida de esos infelices? Ellos eligieron ese camino, que
únicamente les conducirá a la muerte.
El muchacho no podía creer las barbaridades que soltaba su
compañera por esos voluptuosos y maliciosos labios.
-Tú no eres como esos cabezas hueca-prosiguió ella- Nosotros
lograremos derrocar a Esaurón del trono. Mi pueblo lleva
años luchando contra esta amenaza.¡Por esta razón decidimos
separarnos del resto de nuestras familias!¡Por esta razón nos
conocen como los Elfos Renegados! Vivimos apartados del
resto de nuestra raza y se nos trata como a mugre social...
-Anele...-intervino Zambrano, que se había puesto en pie.
-Aclárate de una vez de que lado estás, Zambrano- pidió
ella-Encuéntrate a tí mismo.
El joven elfo abrió los ojos como platos y en su rostro se
dibujó una suave sonrisa.
Sin previo aviso, sus labios se encontraron durante un breve
segundo con los de Anele.
-Gracias, de verdad-le dijo este, iniciando con paso ligero
una marcha que le conduciría a un destino todavía incierto.
El rostro de la elfa adquirió una tonalidad rosácea, y sus
labios apenas fueron capaces de balbucear algunas palabras:
-¿A dónde vas?
-A encontrarme a mí mismo-respondió un jovial Zambrano.
Nunca había estado tan seguro de algo.






Un rayo de luz salió propulsado de aquel báculo que portaba,
barriendo a cuatro bichejos peludos y babeantes que intentaban
entrar por la ventana.
-¡No es suficiente!-gritó Gásquez, dando golpes a diestro y
siniestro con una silla roída.
-¡Allí!-señaló Ratataco a la cama donde yacía Jersi.
Encima de esta había un pequeño y despeluchado ser de aquellos,
dando saltitos y con la mirada fija en mí.
-¡Detente maga!-chilló, gorgoteando y acercando sus puntiagudas zarpas
hacia el cuello de la pequeña hobbitt.
-¡Parad!-les dije a ambos muchachos, temiendo por la vida de mi amiga.
El brujo continuaba dormitando, transmitiéndole una gran cantidad
de energía a la muchacha.
-Podemos llegar a un acuerdo...-persuadí al demoníaco trasgo.
El bichejo vaciló durante un breve instante.
-Entregaros todos, incluidos el brujo y el elfo renegado...-musitó-
y nadie sufrirá daño alguno.
Bajé el báculo con resignación. Estábamos perdidos.
-Nunca...-susurró George débilmente, despertándose.
Aquella fierecilla rió con malicia.
-Apenas tienes ya fuerzas para hablar, brujo traidor-y diciendo
esto, le propinó un cabezazo en el abdomen.
-¡No!-grité, mientras Sergio me agarraba impidiéndome
cualquier movimiento.
George se levantó tambaleándose.
-No me subestimes...-dijo con ira, lanzándole al
trasgo un hechizo que lo consumió hasta convertirlo
en cenizas.
Tras esto, y un tanto exhausto, cargó con Jersi
a hombros y con una potente voz exclamó:
-¡Esvanesco!
Y ambos se volatirizaron en la noche.




Se levantó gritando en mitad de la noche, con el
colgante-calavera palpitando en su pecho.
-Está muy cerca...-susurró, respirando con dificultad.
-¿Quién está muy cerca?-preguntó alarmado Fack.
Ella cogió a su fiel duendecillo y lo miró con sus grandes
ojos castaños.
-He notado la presencia de mi hermano muy cerca...-
respondió.
-No digas nada-le indicó Fac, poniéndose en guardia
repentinamente-Vienen a buscarte.
Y tras decir esto, chasqueó los dedos y se convirtió en
una pequeña luz blanca que se introdujo en la calavera,
haciendo desaparecer tal abalorio y sustituyéndolo por
un diminuto unicornio tallado en madera.
Las puertas de la estancia se abrieron estrepitosamente y 
dos personas penetraron en su interior.
-¡Ahora es el momento, amo!-chilló una irritante voz- No hay
porque demorar más esto.
El rey Esaurón habló en un susurro helado:
-Lo haremos mañana, cuando la luna llena se alce en el cielo. Hoy
no es la noche idónea, y no me voy a arriesgar a perderlo todo sólo
porque los mordorianos y ese brujo del demonio sigan con vida. Tan
sólo son unos pobres infelices que están acabados...no hay ninguna
posibilidad de que se entrometan en nuestros planes, así que todo
transcurrirá según lo planeado.
El esbirro enmudeció y le tembló un poco la voz cuando afirmó:
-Como usted desee, señor. Todo se hará según sus indicaciones.
La joven suspiró aliviada cuando la habitación se vació y el silencio
volvió a invadirlo todo.
-George, me queda muy poco tiempo...-murmuró sin apenas mover
los labios.



-No sé si me entiendes, pero ahora necesito tu ayuda, así que por favor,

trata de atenderme...-explicó George a una inquieta hobbit que enseñaba
los dientes amenazadora, mientras el brujo, malherido, trataba de evitar
que se lanzara sobre él.
Los ojos de Jersi se habían vuelto dorados, y un espeso pelaje cubría
ahora la mayor parte de su cuerpo, incluido el rostro.
-Todos estamos metidos en problemas, así que no tuerzas más las cosas.
La pupila de la joven volvió a su color habitual y se acercó dando bandazos
hacia el Nigromante.
-¿Qué ha pasado?-preguntó confundida, arrodillándose ante George, quien
yacía en la espesa hierba. Este respiraba con dificultad.
- Te traje aquí para que no corrieras peligro-comenzó explicando- Hemos
estado cuidando de ti estos días, pero la situación se ha vuelto bastante
insostenible y he tenido que teletransportarnos hasta aquí para salvarnos
a ambos, ya que estábamos demasiado débiles para ayudar. Únicamente
hubiéramos sido una carga para ellos...pero también su sentencia.
El rostro de Jersi palideció.
-¿Qué me ha pasado?¿Y a los demás?-preguntó, con los ojos abiertos
de par en par.
-No hay tiempo para explicaciones ahora-cortó el brujo- Necesito
concentrarme para reunir toda la energía que te he prestado y acudir
a ayudarlos, si no es ya demasiado tarde...
-Coge parte de mi fuerza espiritual, nigromante de pacotilla-ofreció
una afable voz que George reconoció enseguida.
Justo detrás de él se hallaba un apuesto elfo con una sonrisa picarona,
y una mirada de disculpa que parecía buscar el perdón de su amigo.
-Siempre tarde, para no variar...-le espetó George, cogiendo la mano
que Zambrano le ofrecía, teniendo la certeza de que esta vez se quedaría
con ellos hasta el final.


-¿Qué demonios es esto?-preguntó Ratataco, tropezando con Sergio

y cayendo de bruces sobre algo esponjoso y moldeable.
-Yo no he hecho nada...-respondí, sintiéndome el centro de sus miradas.
-¡Eh!¡Fijaos!-exclamó Gásquez señalando hacia el frente- Los trasgos
están ahí fuera...y nosotros estamos dentro de una especie de...
-Esfera escudo-terminó una dulce vocecita.
Encima de nosotros había una pequeña duende ataviada con una túnica
de color rosa pálido.
-¿Quién eres?-quiso saber Sergio, agarrándola con suavidad de las
pequeñas alas transparentes y atrayéndola hacia si.
-¡Eh, cuidado!-gritó ella- Me llamo Dechy y me ha enviado Zambrano
a buscaros. Aunque no entiendo porque querría encontrar a unos
seres tan feos...-se burló risueña.
Todos enmudecimos. Aquel nombre retumbaba ahora en nuestros oídos.
-Sólo puedo proporcionaros protección limitada hasta que llegue él-
informó Dechy- Los trasgos son bastante tontos por normalidad, pero
hay cientos y pronto el escudo comenzará a debilitarse.


Un intenso dolor recorrió el corazón de George y el colgante calavera

que yacía colgado de su cuello se adhirió a la piel del brujo, temiendo
ser arrebatado de aquel lugar y de aquella alma a la que estaba sujeto
de por vida.
-Quema...-musitó.
Jersi le tocó suavemente el brazo.
-¿Qué ocurre?
Los ojos de George buscaron el rostro del elfo.
-Ella...-dijo tartamudeando- He notado su vida palpitando en el colgante...
-Tú hermana aún vive-reveló Zambrano- Pero no por mucho tiempo.
El cielo se tiñó entonces de púrpura, y un amanecer inminente comenzó
a aparecer en aquel maldito cielo.
El tiempo transcurría vertiginosamente. Debían actuar con rapidez.

Let it be

Mi foto
And what exactly is a dream?