jueves, 8 de julio de 2021

From the Fires II


Los tres suspiraron cuando vieron a la infeliz mortal caer al vacío de aquel frondoso vergel. 

Volvieron a sus peinados y al discurrir letárgico, al paso de un tiempo pausado, carente de minutos u horas. 

El inusitado desasosiego que desató el retumbar de la vida humana en aquel mundo se deslizaba por sus mentes, propiciando miradas de terror entre ellos. 

Ella había roto el equilibrio, el Pacto. 

Al cabo de un tiempo, dejaron de buscarse. 
Se evitaban. 
Vagaban por aquella tierra intentando dar un significado a su existencia, arrastrando sus descalzos pies sin mácula alguna. La maldición se extendía lentamente por sus cuerpos. 

El más joven no pudo evitar llorar. 
Buscó a sus hermanos con premura, luchando contra sentimientos mundanos. 

Juntos, se abrazaron frente a la puerta del Jardín. Susurraron con sus gentiles lenguas un último deseo. 

miércoles, 7 de julio de 2021

From The Fires I

La brisa parecía ondear su cabello pajizo mientras que sus párpados cerrados prometían millones de recuerdos. 
La niñez se escapaba de su cuerpo poco a poco, confiriéndole aún una tierna sonrisa de pequeños colmillos. 
Ese fue el último recuerdo que quedó registrado en mi pupila. 

Al cruzar la puerta estimé el tiempo. Me había pasado demasiadas lunas observándolo, absorta.
Mi vida se apagaba y la suya acababa de comenzar. 

Atravesé aquel exuberante jardín prohibido para el ojo humano. De la profundidad de la húmeda tierra que lo vestía, surgían manos que pronto perdían su vigor y quedaban laxas. 
 
Sabía que él no estaría allí.
Pero no conté con los otros; aquellas antiguas criaturas que habían de guardarle el camino y procurar su protección. 

Los entreví de soslayo.
La luz no parecía ocasionarles estorbo alguno. Peinaban sus largos cabellos sonriendo con una complicidad fraternal. 

Me obligué a bajar la mirada. 
Una sutil presencia se situó tras de mi. 
Oí su aterciopelada risa como en un sueño. 

Su nacarada mano me hizo girarme con delicadeza. 

Seguía sin entablar contacto visual, mientras realizaba una reverencia apenas perceptible. 

Noté como unos brazos fuertes me izaban sin esfuerzo. Otra mano me acariciaba el rostro, con curiosidad. 

No pude evitar mirar. Me habían encontrado. Supe que estaba perdida nada más observarlos a los tres con detenimiento. 

Sabía que eran venerados y temidos.
Aquellos seres celestiales que alteraban el mundo con su paso, y debían permanecer encerrados en aquel lugar. 

Y ahora entendía el motivo. 

Sus rostros lampiños y afables, perfectos. Sus acarameladas miradas teñidas de bondad y picardía. Parecían moverse danzando a mi alrededor, prometiéndome lo imposible con la quietud de sus sonrisas. 

Conocían el porqué de mi búsqueda y cada una de las zozobras que albergaba mi corazón. 

Me tomaron de la mano, conduciéndome al peor de los pecados. 

El más joven de ellos besó mi frente. 
El espigado de la mirada felina marcó mi cuello con los incisivos. Juraría que sangraba. 
Por último, una cabellera ambarina deslumbró mi mirada durante un instante, y el más bello de los tres presionó sus labios contra mi mejilla. 

Sonrió al apartarse y pude ver como en sus ojos refulgía el color del oro viejo. 
Me puso la mano en el pecho y me empujó al vacío. 

Sabemos que amas a nuestro hermano. Llega a la última puerta y podrás encontrarlo. Sin embargo, el camino será largo y puede que tu deseo no se vea cumplido. Al fin y al cabo, los humanos tenéis una vida insignificante que se apaga tras nuestro parpadeo. 











miércoles, 21 de abril de 2021

The Watcher II

Estaba absorto en su mundo. Pero aún sonreía como un niño concentrado en algo.

Quizás la sonrisa era lo único que lo asemejaba con un niño. Porque todo en él era sensualidad, atracción indiscutible. 

Mis ojos rodaban sobre sus fuertes brazos. Me fijé en que se mordía el labio inferior, pensativo. 

Pensé en decirle algo. Pero, ¿qué podría decir yo a aquel ser de luz?

Cerré los ojos y me di la vuelta. Apreté los puños. No podía dejar de pensar en sus labios. 

En un abrir y cerrar de ojos sentí como su mano aferraba la mía y sus labios se posaban en mi cuello.  

Sabía que aquello no estaría nunca bien. Que era un sueño dentro de otro sueño.

Pero ardería en el infierno con gusto. 

Me di la vuelta y encontré su rostro a escasos centímetros del mío. Su mirada avellana estaba seria, pidiéndome permiso, expectante. 

¿Haría yo esperar a aquel ángel?

Deslizó su mano hacia mi barbilla, sujetándome el rostro para depositar un largo beso en mis labios. 

Aquello sabía a vida; al agua fresca que recorre tu garganta en un sofocante día de verano. También tenía cierto regusto a miel. Me empalagaba de la misma forma en que lo hacía su voz, adhiriéndose a mis tripas. 

Deseé que nunca se separara de mí. 

Y allí siguió. Jugamos a adivinar nuestras formas y a tratar de encajar. 

Notaba el infierno cerca. Me había zambullido de lleno en un torrente de lava que fluía por mi interior, abrasando cada fibra de mi ser. 

Me atreví a mirarlo. Seguía sonriendo, con los ojos entrecerrados y la satisfacción pintada en su rostro. Juraría que ronroneaba. 

Puestos a morir, recorrí su espina dorsal con la uña. Era una curva perfecta.

Pero no tanto como sus labios; siempre sus labios guardando ese arma letal. Aquellos dientes que se me antojaban como unos colmillos relucientes bebiendo de mi sangre y despellejando mi piel.

Dispuesta a sufrir aquella placentera agonía una vez, y otra, y otra. 

El escenario se oscureció y me vi ante otra puerta cerrada. 

La batalla había comenzado. 

martes, 9 de febrero de 2021

The Watcher I

Él es un niño grande. Veo su gran sonrisa, iluminando el mundo. Su cabello pajizo ondeando con cada movimiento. Se ríen entre ellos, y percibo la complicidad más enorme que he visto nunca.

No se da cuenta de lo que transmite. No parece de este mundo.

Sale del agua. Renace la perfección cada vez que lo hace.


Pienso en sus ojos cerrados con suavidad, sus largas pestañas reposando sobre ellos. Soñando como un niño tranquilo, frunciendo los labios ligeramente entreabiertos. Ajeno al mundo.


Su voz es cálida, protectora, envolvente, sugerente. Arrastra juventud, frescura, paciencia.


Él respira hojarasca, nubes de tormenta, madera quemada. Sube con paso lento, decidido. Lo siguen muy de cerca. Sonríe con amplitud. La respiración se contiene.


Echa la cabeza hacia atrás y dirige la vista al cielo.

Cierra los ojos.

Vive.

Vuela. 

Por encima de lo mundano.


Es un niño que no crecerá.

Seguirá fumando bajo el telón.

Continuará sonriendo con esos labios prohibidos, plagados de promesas y eternidades.

El licor bajará por su dulce arma. Esperando a usarla cuando las voces aclamen su nombre.


Seré el vigilante incansable que permanecerá para recordarlo.


Let it be

Mi foto
And what exactly is a dream?